Carles Romea
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Formas naturales inspiradoras
Partía, cuando fue planteada inicialmente en 1898, del tipo gótico, con sus grandes defectos, pero corregidos. En el primer estudio se obtenía la verticalización de los esfuerzos mediante el extraordinario peralte de los arcos, que tomaban una forma parecida a la parábola o a una catenaria, de modo que la clave se encontraba a una altura dos veces y media a la luz.
Interior de la nave central con los pilares arborescentes
La forma de estos arcos era la misma forma de la resultante de las presiones de sus componentes; esto permitía un trabajo mecánico excelente y una exacta localización de las presiones. La casi verticalidad de las resultantes finales, al descansar sobre las columnas, era el resultado únicamente de una acertada combinación geométrica entre la altura y la luz de la nave central y de las dos naves laterales, y podía prescindir de los arbotantes y contrafuertes del sistema gótico; corregía pues de éste modo, el principal defecto de la estructura medieval; los esfuerzos no se disgregaban hacia el exterior, los elementos vitales del edificio no quedaban expuestos a una fácil destrucción; el organismo mecánico del edificio coincidía con el organismo arquitectónico. Subsistía, no obstante, en su interior , lo esencial del principio gótico, puesto que la estabilidad de todos los arcos dependían del arco contiguo, de modo que si uno de ellos falla por cualquier accidente exterior o interior, arrastra posiblemente en su caída alguno de los colaterales.
Debido a la lenta marcha de su construcción al principio, permitió a Gaudí meditar largamente sobre el sistema estructural final. Llegó a la solución arborescente, buscando que los elementos resistentes sean del todo internos, no externos, ni siquiera epidérmicos; de manera que va más allá de la solución anterior, que solo buscaba los arbotantes; ahora las presiones que vienen del peso de las cubiertas, van directamente al suelo, directamente con su trayectoria interior, separada de la fachada del edificio. Para conseguirlo recurre a la concreción de masas de los elementos sostenidos (cubiertas, sus pesos interiores, arcos interiores de las naves); busca los centros de gravedad de cada elemento; compone así sus pesos y encuentra su resultante vertical, la cual inclina a conveniencia para hacerlas pasar por los elementos sustentantes (columnas).
Pilares inclinados en la cripta de la colona Güell
Sección de las naves de la Sagrada familia con las cubiertas horizontales
Las cubiertas exteriores (tejados) son mucho más importantes, en cuanto a su resistencia que las interiores (bóvedas y arcos de la nave), a diferencia de lo que ocurre en los edificios góticos, donde las bóvedas y arcos interiores son las resistentes, mientras que las exteriores acostumbraban a ser de madera, fácilmente destruibles. En la sagrada familia, las cubiertas exteriores, con sus entramados horizontales, pesan unas tres veces más que las bóvedas interiores de las naves; en la nave central las bóvedas se comportan como un triple compartimento estanco resistente, mientras que en las laterales tienen un doble compartimento.
En cambio las bóvedas de las naves, toman el carácter de envolvente del volumen interior, y pueden ceñirse a embellecer el volumen, siendo ellas geométricamente bellas, y a regularizar de manera armoniosa la luz interior con el objetivo de conseguir el máximo efecto plástico.
“ Les cobertes no poden ser migrades com solen fer-se;perque com estan en els punts alts de les cosntruccions disminueixen molt visualment” (Las cubiertas no pueden ser modestas como suelen hacerse; porque como estan en los puntos mas altos de las construcciones disminuyen mucho visualmente).
¿Quieres leer la parte 1 de la Saga de artículos de la Sagrada Familia? Aquí la tienes.
Importancia de la luz en la nave
La cubierta interior como envolvente
Para construir las bóvedas y otros elementos cohesivos concrecionados, el procedimiento utilizado consistían en armar con acero el ladrillo, piedra o cemento de cada uno de los elementos con los que están hechos, y en el sentido de la generatriz de las superficies regladas, que son rectas; de este modo se aprovechan sus propiedades.
El armado de las bóvedas, teniendo en cuenta el acorde de la columna con el hiperboloide cóncavo central se hace mediante un hiperboloide convexo, se empieza de manera radial; los hierros hacen de armadura y de regle director para recoger el ladrillo, se puede por tanto suprimir el encofrado y los moldes destinados a resistir los pesos muertos de toda la bóveda que gravitarían sobre ellas hasta que estuviera perfectamente acabada y fuera auto estable; esto supondría un coste elevadísimo que nos ahorramos, tal como sucedía en la construcción gótica. Aquí solo son necesarias unos ligeros contrachapados, que actúan como guías y que solo deberán aguantar pesos relativamente pequeños, ya que cuando el hierro, el material aglomerante y el ladrillo trabajan solidariamente, una vez fraguado el mortero, no solo son capaces de soportar su peso propio, sino también los elementos que se apoyan en ellos. La construcción puede avanzar en ménsulas sucesivas, pero estando arriostradas por las dos generatrices.
Bóvedas en hiperboloides armadas
Carles Romea